Notas para una película: un cruce entre la política, la belleza y lo performativo

El espacio en el que se construye la historia es un protagonista más —algo que ya hemos visto en otros trabajos de Agüero—, y observamos a través del paso del tiempo la forma en que cambia, así como lo hace de igual manera la relación que tienen los habitantes con él. La naturaleza se muestra en blanco y negro, y pareciera que cada lugar propone qué hacer —y cómo hacerlo— en medio de toda la destrucción sufrida hace decenas de años y ahora. 

Notas para una película (2022), el nuevo documental de Ignacio Agüero realiza una interpretación libre de Diez años en Araucanía 1889-1899, historia del ingeniero belga Gustave Verniory, quien llega a Chile con 24 años en 1889 para construir un ferrocarril entre Victoria y Temuco. El propio Agüero introduce el filme: aparece en pantalla para contarnos dónde está y por qué se encuentra en ese lugar. También nos presenta a Alexis Mespreuve, actor que le da vida a Verniory, y desde ese momento, nos sumergimos en un viaje donde se cruzan la política, la belleza de los paisajes y lo performativo en medio de un metalenguaje que transita entre lo real y lo construido. 

Podemos ver ese cruce en todas las libertades que se toma la historia. Por ejemplo, en un momento vemos una escena a color donde Mespreuve está dentro del cine viendo Ahora te vamos a llamar hermano de Raúl Ruiz, cinta que muestra a habitantes del territorio araucano hablando en mapudungun sobre las usurpaciones de tierra. En otros, vemos al mismo Agüero dándole indicaciones al actor con un guión, escuchamos una voz en off con pasajes del libro tanto en español como en francés, y vemos vestuarios tanto de la época como contemporáneos. 

A lo largo de todos esos caminos narrativos, el documental también nos muestra que la instalación del capitalismo y su idea de progreso no es suficiente para borrar la tradición oral de los pueblos, sobre todo si hay oídos dispuestos a escuchar y registrar. Agüero nos presenta un testimonio mapuche que viene desde la experiencia personal y familiar, Miguel Melin, de la comunidad Boroa Forrowe en Ralipitra, cuenta en mapudungun historias que pudo escuchar de sus antepasados. 

En un relato que duró un poco más de diez minutos habló sobre el despojo que sufrieron de sus pertenencias, y cómo les arrebataron todo para decirles que su existencia ya se acabó. Sí, con esas palabras, como si fuera tan fácil borrar tanta historia. “Ahora se salvaron”, les dijeron; “ahora se han vuelto chilenos, ahora van a hablar español. Ya no quedan mapuches: se han acabado”. 

Escuchar lo anterior en mapudungun es importante, porque es por medio de la lengua donde se generan los vínculos de conexión entre los miembros de una cultura; y la tradición oral permite que el intercambio y la conservación de los saberes se facilite, además de ser un sustento de gran parte de la cultura milenaria de los pueblos indígenas. De esta forma, es fundamental para entender la memoria colectiva de un pueblo que se ha desarrollado en medio del sufrimiento y la resistencia política. 

Al mismo tiempo, podemos ver la belleza de los paisajes sureños, y cómo los avances de la modernidad transforman todo un territorio a la fuerza. El espacio en el que se construye la historia es un protagonista más —algo que ya hemos visto en otros trabajos de Agüero—, y observamos a través del paso del tiempo la forma en que cambia, así como lo hace de igual manera la relación que tienen los habitantes con él. La naturaleza se muestra en blanco y negro, y pareciera que cada lugar propone qué hacer —y cómo hacerlo— en medio de toda la destrucción sufrida hace decenas de años y ahora. 

Agüero nos presenta la historia en medio de cruces entre el pasado y el presente; contrapone la belleza de los paisajes que revelan la esencia profunda del territorio mapuche con testimonios de un pueblo marcado por la represión y los enfrentamientos sangrientos. Mientras los minutos avanzan, dialogamos con nuestra identidad arrebatada: el documental nos enfrenta a ella; la miramos a los ojos mientras entendemos que tenemos el deber, hoy en día, de mirar hacia atrás con memoria, con perspectiva histórica, con la misma responsabilidad fílmica y el respeto que Agüero evidencia en todo momento. 

 

Título: Notas para una película. Dirección y guion: Ignacio Agüero. Producción: Amalric de Pontchara, Tehani Staiger, Viviana Erpel. Fotografía: David Bravo. Montaje: Ignacio Agüero, Claudio Aguilar, Jacques Comets. Casa Productora: Agüero & Asociado Ltda. País: Chile, Francia. Año: 2022. Duración: 110 minutos. Idioma: Español, Mapudungun.