Se levanta el viento (Hayao Miyazaki, 2013): Los sueños que crean realidad

 “Le vent se lève!… Il faut tenter de vivre!”

(El viento se levanta… ¡debemos tratar de vivir!)

Paul Valery, “El cementerio marino”

 

Basada en hechos reales, el último film de Miyazaki nos regala una historia de inspiración, ideales y creatividad, con la que se cierra una de las carreras más destacadas y prolíficas de la animación mundial. La historia se centra en Jiro Horikoshi, famoso ingeniero aeronáutico de la Segunda Guerra Mundial, quien diseñó varios modelos de bombarderos, dentro de los que se destaca el avión de combate Mitsubishi A6M Zero, utilizado por el Imperio Japonés para bombardear Pearl Harbor.

Sin embargo, esta no es una cinta bélica, ni tampoco parece correcto catalogarla en el género biográfico, ya que si bien el protagonista existió, todos los detalles que exhibe el film respecto a su vida privada no corresponden al personaje real. En ese sentido, pese a que los hechos históricos en que se ambienta el argumento sucedieron en el tiempo en que se desarrolla la historia -como el gran terremoto de Kanto de 1923, la Segunda Guerra Mundial, y la epidemia de tuberculosis-, estos son sólo parte del trasfondo en que se desarrolla la ficción. Cabe señalar que parte de la inspiración del autor se encuentra en la novela de 1937, Kaze Tanichu de Tatsuo Hori (quien a su vez tomó el título de dicha obra de un fragmento de un poema de Paul Valery), que relata el combate que da una mujer contra la tuberculosis, lo que se relaciona con la historia de amor que vive Jiro. Por tanto, el guion es la mezcla resultante de los señalados elementos históricos, el libro de Hori y la magia acostumbrada de Miyazaki, lo que previamente se había materializado en un manga del propio director, publicado durante 2009 en la revista Model Graphix, al igual que había hecho con Hikōtei Jidai, manga de su autoría en que basó la famosa Porco Rosso (1992).

Jiro es un niño que sueña con volar, al punto que, además de admirar los aviones, cada noche en sus sueños surca los cielos en naves imaginarias por diversos paisajes. Lamentablemente, sus posibilidades de consumar este sueño en la realidad se esfuman por un defecto físico, ya que debe usar anteojos, situación que lo ataca incluso en los mismos sueños. Es en esta realidad alternativa donde se encuentra con el Conde Caproni, un ingeniero aeronáutico italiano, quien se transforma en su héroe e inspiración al conducirlo por una serie de ideas novedosas y particulares que lo ayudan a decidir su futuro, ya que si bien no podrá volar, cumplirá su sueño dedicándose a diseñar aviones y se transformará en un talentoso ingeniero aeronáutico.

Así, el hilo conductor de la historia está constituido por el mundo de los sueños del protagonista, lugar de encuentro con su guía espiritual, Caproni, junto a quien reflexiona sobre la vida, el destino, la imaginación y la creatividad, que en esa dimensión no tiene límites, lo que va mezclándose a lo largo del relato con la realidad y la expresión de esas ideas en su desarrollo profesional y sentimental. Conscientes de su omnipotencia en este espacio ideal, maestro y pupilo van improvisando proyectos y discuten lo que podríamos considerar como las reflexiones finales de Miyazaki, sobre su perspectiva respecto a la creación, al arte, a la forma en que podemos perseguir nuestros sueños, adaptándolos a la realidad que debemos vivir, siempre esperanzados en lo que traerá el mañana. Esta última, es una característica propia del pueblo nipón que suele estampar en sus obras, de una cultura que ha sobrevivido a grandes catástrofes, terremotos y guerras, aceptando el presente, pero proyectando su existencia hacia el futuro, sobreponiéndose y resurgiendo otra vez.

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En esta línea de ideas, podemos encontrar similitudes entre el creador de aviones con el de las animaciones, ya que como indicamos al comienzo, esta no es una obra biográfica sobre Jiro Horikoshi, pero contiene varios elementos extraídos de la vida del mismo Hayao Miyazaki: su padre trabajaba en la fabricación de los Mitsubishi A6M Zero, su madre padeció tuberculosis, y el impacto de la guerra lo determinó como un hombre que busca la paz y la armonía con el entorno natural, al igual que el protagonista. De este modo, pareciera que los encuentros con el Conde Caproni personifican el diálogo que habría entre un Hayao joven y dubitativo con el maestro Miyazaki, famoso, alegre y exitoso.

Asimismo, estas experiencias junto a su guía espiritual dejan de manifiesto la dicotomía entre la realidad y la imaginación, de cómo una idea maravillosa se puede transformar en una terrorífica, en que la creación de perfectos seres alados inanimados que danzan con el viento y la naturaleza, potencialmente están diseñados para convertirse en armas letales para todos los que le rodean. En ese aspecto, surge la recurrente noción de la renovación natural, posibilidad representada en Se levanta el viento por el concepto de reemplazar las bombas por pasajeros que le propone el Conde a Jiro en algunos pasajes del argumento, con el fin de revertir en el futuro el presente ominoso en que está viviendo.

Aunque lo onírico es un elemento común en la filmografía de Miyazaki, en este caso no le da el mismo tratamiento al que nos tiene acostumbrados, puesto que no se produce el cruce entre ambos mundos, tan propio de obras como Totoro y Haru, el retorno del gato, en que parte del camino que deben recorrer sus personajes implica transitar desde una dimensión a la otra. Acá, el imaginario permanece en el mundo privado del héroe, en esa dimensión donde todo es posible, y en la que se puede aspirar a cualquier cosa que se quiera, pero en esta ocasión surge sólo como la instancia para desarrollar la inspiración que lo invita a crear. En cierta forma, esta metáfora expresa lo que la animación como expresión artística significa para Miyazaki, un espacio que le permite hacer lo que quiera como en un sueño.

En el aspecto técnico el film es impecable, una hermosa dirección de arte se consolida con la animación perfecta y detallada, que incluye diversas escenas con multitudes, lo que demuestra la maestría del veterano director y el talento de sus animadores. Un dato técnico relevante para la comprensión de la visión orgánica de la realidad que propone Miyazaki, consiste en que los efectos de sonido, como los ruidos de aviones, que podemos escuchar en la versión original, son de origen humano. Del mismo modo, parece destacable este tipo de técnica en la representación de los sonidos que acompañan los movimientos telúricos que se presentan en la cinta, de hecho, la similitud de éstos con un animal gigante, que despierta, se queja y exige violentamente ser escuchado, es concordante con la propuesta y con la misma realidad para quienes hemos vivido un terremoto.

Es una hermosa cinta, la estética ya consolidada del Estudio Ghibli, las delicadas melodías de Joe Hisaishi, los cuadros perfectos, crean el efecto del verdadero cine en tres dimensiones, donde vemos, escuchamos y sentimos intensamente, sin necesidad de que veamos físicamente en relieve o nos muevan el asiento.

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Si bien este film es un cierre, donde muchos elementos que hemos visto en sus distintas obras confluyen en un final impecable, también podría servir como un principio magnífico para aquellos que no han experimentado la obra de este director, por cuanto se puede plantear como introducción a los elementos distintivos que Miyazaki ha querido plasmar en cada una de sus creaciones. Así, la temática aeronáutica, con los movimientos de cámara característicos de una batalla aérea, también están presentes en NausicaaLaputa Castillo en el cielo y Porco Rosso, como también la mencionada visión orgánica de la naturaleza, de pensar en el planeta como un ser vivo, un sistema que se equilibra a sí mismo y reacciona a las agresiones, que sufre y se comunica con violencia cuando es necesario, como en Mononoke Hime y Ponyo. En consecuencia, si bien puede servir como punto de partida, esta obra se nos presenta como una especie de testamento del autor, con la base estética y temática común que ha perfeccionado a lo largo de su trayectoria, exponiendo su perspectiva respecto a la creatividad y criticando fuertemente la utilización de la creación artística para fines mezquinos y reprochables, como la violencia.

Es la última película de Miyazaki. Sin embargo, y aunque es triste el anuncio del retiro de la dirección de un creador extraordinario, cuando se despide con una obra como Se levanta el viento, pareciera que esta tristeza vale la pena, pues la sensación desoladora de saber que no volveremos a experimentar algo así se aplaca con el dulzor que queda en el pecho y que sube como un calorcito hasta nuestros rostros, dibujando una tenue sonrisa, como sólo Hayao Miyazaki sabe generar en su audiencia.

Finalmente, no debemos tomar la metáfora poética del título a la ligera, ya que pareciera que con esto Miyazaki cierra su carrera invitándonos a que cada vez que el viento se levante, debemos intentar seguir viviendo, y al final agradecer los cambios del viento, que nos llevará a nuevos destinos y a experimentar nuevas realidades que de seguro harán más valiosas nuestras experiencias.

 

Nota 10/10

Título original: 風立ちぬ (Kaze Tachinu). Director: Hayao Miyasaki. Guión: Hayao Miyazaki. Director de arte: Yôji Takeshige. Música: Joe Hisaishi. Estudio: Ghibli. Reparto: Hideaki Anno, Hidetoshi Nishijima, Miori Takimoto. País: Japón. Año: 2013. Duración: 126 min.