Balance 2018 (3): Cine chileno. Comunidades (re)imaginadas

¿Cómo imaginó, relató, representó el cine chileno la comunidad? ¿De qué manera puede comprenderse el cine local estrenado este año como un ensayo-laboratorio donde se producen y crean sentidos distintos de lo comunitario? ¿De qué manera se juega en esta “imaginación comunitaria” un sentido para lo político? Aquí proponemos algunas ideas que nos sirven para revisar una parte relevante del cine chileno estrenado en salas este 2018.

 

Comunidades del disenso

Películas como Ya no basta con marchar o Venían a buscarme confirman la solidez del documental político reciente, en su variante más vinculada a las comunidades del malestar post 2011 o en la exploración de la memoria política y el testimonio de dictadura desde un punto de vista biográfico. Para la ficción, algo similar: Los perrosTrastornos del sueño o Maleza van por el tratamiento realista, con tintes dramáticos para el abordaje de una clase alta y conservadora en decadencia (Los perros), mientras su contracara (Trastornos Maleza) compone una narrativa del malestar desde la precariedad y el desgaste social; en la primera opción desde una visión estilizada y nocturna, en la segunda, desde la precariedad punk verité. Se confirma, así, una suerte de narrativa del cine chileno del presente, una que sintomatiza, ausculta y observa las transformaciones sociales actuales y. a la vez, aborda la historia desde la óptica compleja de la memoria.

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Para seguir el recorrido, la pregunta por la identidad y el “otro” -entendido esto como una pregunta relativamente “nueva” desde la búsqueda de representar aquellas identidades e historias más bien excluidas- nos llevan a documentales como Petit frère En tránsito, desde el abordaje del relato de comunidades haitianas migrantes (película que sufrió el acoso racista durante su promoción) en el primero, tal como el segundo abordó con delicadeza y dignidad los relatos de personas “trans” en vías de conversión. La búsqueda de generar otras formas de relato y visibilidad de estas películas generan una pregunta por aquel “reparto” de representaciones e identidades que se vuelve necesario revertir y politizar.

 

Dispositivos

Un punto aparte lo tiene el documental Il Siciliano, que problematiza el registro documental a partir de un tratamiento que colinda con lo performático y la autoconciencia de su protagonista, abordando el mundo anómalo y patriarcal de Juan Carlos Avatte, dueño de un negocio de peluquerías, y en cuyo en torno se organiza un círculo de matones, vedettes, dobles musicales y gente de la farándula. Aquí la comunidad no sólo es un grupo humano, sino también, un dispositivo de registro que problematiza los enunciados estables sobre la identidad de un sujeto y su representación, proponiendo contradicciones y paradojas al propio dispositivo documental.

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En este punto se vuelve interesante, por ejemplo, en dos películas que desde este eje, y como anclaje en la memoria/historia de los pueblos originarios en Chile, encuentran un modo de exploración sobre el propio dispositivo cinematográfico. Me refiero, por un lado, a la ficción Rey, y por otro, al documental-ensayo Tierra sola. En el primero, Niles Atallah aborda la historia de Orélie-Antoine de Tounes, que en 1860 viene a Chile a instaurar un reino araucano independiente del Estado Chileno, lo que produce un conflicto con el Estado y un juicio en el cual se vuelve loco. Con tinte herzoguiano, Atallah se distancia del realismo para, con un juego de marionetas, desencajar relaciones entre ficción, historia, representación y sueño, generando un experimento sicodélico que hace posible por vía del montaje la historia de una fábula colonial ensoñada y anacrónica. Tierra sola, por su parte, se trata de un documental-ensayo sobre la historia de Isla de Pascua que tiene dos virtudes: la primera, el montaje de imágenes documentales históricas realizadas por otros con distintos fines institucionales, pero bajo la mirada de una crítica a la exotización y fetichización; la segunda, un punto de partida que comienza cuestionando la voluntad de representar al otro y abriendo el documental a la duda sobre sí mismo. Ambos filmes plantean una pregunta hacia los dispositivos de representación. En el primer caso, al realismo, abriendo una exploración experimental y distanciada que asume y evidencia sus dispositivos de ficción. En el segundo, al cuestionamiento a cierta “objetividad” e “inocencia” documental, en un tratamiento que desde el inicio aborda el territorio pascuense desde la complejidad y la imposibilidad de abarcamiento, criticando el dispositivo etnográfico/institucional.

 

El dinosaurio y la termita

Estas operaciones vinculadas a temáticas histórico-sociales abren, nuevamente, la pregunta por las formas de narrar la comunidad, pensada esta como “comunidad imaginada”, pero también como disputa y disenso. Tal como señalábamos, películas como Petit frèreEn tránsito, Venían a buscarme, Tierra sola o Rey nos hablan sobre los límites de cómo se ha imaginado una comunidad a sí misma, abriendo ello a relatos, historias, cuerpos que disputan su lugar de pertenencia; cuestionando otros relatos que las obstruyen por su punto de vista sobre la nación, el territorio y la historia.

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Entenderíamos este espacio de tensión como un espacio (des)compuesto por varias posiciones, discursos, tratamientos, incluso al interior de aquellas zonas en las que podría haber cierto “acuerdo relativo”. Un ejemplo me vino claro al pensar la que podría ser una película “dinosaurio” de este año: Y de pronto el amanecer, de Silvio Caiozzi, director emblemático que con ella parece llevar al punto de su máximo esplendor una poética y narrativa sobre la comunidad perdida. La película es relatada desde el punto de vista del periodista Pancho Veloso, quien luego de 45 años vuelve a su pueblo natal de Chiloé a reencontrarse con los fantasmas de su infancia. Reencontrándose con su memoria y confrontándose con sus reencuentros, la película monta el pasado y el presente a partir de lo que sería la novela autobiográfica de Veloso, la que intentaría ser una verdadera obra de arte, lejana a los “cuentos exotistas” que él mismo habría realizado en el pasado. Esta manera de confrontación/redención de la película, viene acompañada por una orquestación cinematográfica que recuerda a los montajes históricos de Visconti con una tecla “real-maravillosa” a lo Cien años de soledad, donde esta comunidad es presentada de forma idílica; pero también comparte un imaginario a partir de los tópicos de la novela criollista, llena de arquetipos populares. Con una visualidad cercana a lo publicitario, Caiozzi reconstruyó toda la locación del poblado a partir de un set en Chiloé, modo de producción que también habla de una voluntad autoral donde el director reconstruye un universo mental. Caiozzi opta por la “gran alegoría” de la comunidad perdida en la forma de una novela cinematográfica, donde un tiempo pasado pareciera siempre haber sido mejor, donde habitaría un Chile perdido en el paisaje autóctono chilote.

La casa lobo, por su parte, fue el último estreno importante del año, y como otras obras que hemos comentado más arriba, tiene de interesante el trabajo con el propio dispositivo formal, en este caso, la animación stop-motion utilizada de forma deconstructiva, materialmente expuesta, bajo una fábula infantil pervertida sobre Colonia Dignidad. La mirada de los directores León y Cociña es corrosiva allí donde la imagen idílica de una comunidad parece ser el motor de la fábula de un lobo que siempre castiga a quien se escapa de sus reglas. Si bien esta dimensión de la violencia tiene que ver sobre todo con una (meta)alegoría sobre los monstruos de post-dictadura, permite también pensar sobre los riesgos (totalitarios) de la melancolía comunitaria, para establecer una ruptura en sus modos de imaginar, representar y narrar.

Sin conclusiones, estos modos de imaginar, pensar, patentar o representar lo “común” de la comunidad que ejemplifican estas películas chilenas de 2018, encuentran una disputa de fondo sobre sus regímenes simbólico-discursivos, que entroncan y ayudan a repensar el territorio concreto y contingente de lo socio-político.