La nave del olvido: Abriendo representaciones

Me gustaría señalar el apunte de la película sobre la convivencia conflictiva entre estos espacios alternativos y la moral conservadora del pueblo, observando que los conflictos entre las identidades LGBTQ y la comunidad no son nuevos, si no que se insertan en microhistorias y existencias de largo aliento. Este punto de vista toma distancia, creo, de una mirada demasiado limpia, joven y de clase alta en la representación de la temática homosexual abriendo esto a una mirada más cotidiana, local, en un ambiente de clase media y popular y personajes de tercera edad.

En un pueblo al sur de Chile, Claudina una mujer de unos 60 años acaba de perder a su marido y se enfrenta a la necesidad de irse a vivir donde su hija, por falta de pensión y condiciones precarias de vida. En medio de una crisis personal conoce a Elsa, la vecina, con quien empieza a desarrollar un romance, que la hace redescubrir sentimientos y deseos ocultos a lo largo de su vida. En medio de los prejuicios y críticas de su entorno, Claudina sentirá que este encuentro abrirá la puerta hacia una búsqueda de libertad vital y sexual.

Esta opera prima de Nicol Ruiz ha gustado a diversos sectores de la crítica y festivales, con la estructura de un melodrama lésbico, afrontando un tema no sencillo: la vida amorosa y sexual en la tercera edad desde la perspectiva de la diversidad y la búsqueda de identidad. Como ya viene siendo una constante en el cine chileno de ficción, la película se suma a un interesante itinerario de temáticas de disidencia sexual como son Mi último round (2011), Joven y alocada (2012), En la gama de los grises (2015) o Rara (2016), teniendo en común con algunas de ellas, la estructura de entorno conservador y amor imposible, una tecla que es propia de las raíces del género melodramático en la línea de Douglas Sirk, que bien han sabido releer cineastas como Fassbinder o Todd Haynes.

La nave del olvido tiene la particularidad de centrarse en los personajes y su entorno, destacando la interpretación de la actriz Rosa Ramírez en el rol de Claudina, una mujer que ha vivido demasiado tiempo en una estructura matrimonial y familiar desplazando búsquedas propias y subjetivas. Aquí es interesante que el personaje de Estela gatilla un motor de cambio en ella, quien, a pesar de los juicios de su hija y los rumores del pueblo, se sumerge en un circuito de relaciones sumamente interesantes. Una de ellas es con una joven lesbiana que pertenece a otra generación y con quien se reflejan mutuamente, generando un diálogo intergeneracional. La otra es con un bar- el bar “Porvenir”- y su dueño, un espacio de disidencia y libertad que es parte del circuito under del pueblo, cuyo dueño es una figura icónica y protectora de este espacio seguro.

Me gustaría señalar el apunte de la película sobre la convivencia conflictiva entre estos espacios alternativos y la moral conservadora del pueblo, observando que los conflictos entre las identidades LGBTQ y la comunidad no son nuevos, si no que se insertan en microhistorias y existencias de largo aliento. Este punto de vista toma distancia, creo, de una mirada demasiado limpia, joven y de clase alta en la representación de la temática homosexual abriendo esto a una mirada más cotidiana, local, en un ambiente de clase media y popular y personajes de tercera edad. Mención aparte merece la cuestión del espacio propiamente tal, un entorno bien aprovechado que representa el bucólico espacio sureño, cuya fotogenia toma protagonismo en varias escenas.

Aunque a ratos el conflicto y su salida final pueda tener algo de esquemático, así como los vuelcos de guión puedan parecer medianamente previsibles, la película de Nicol Ruiz gana en la descripción de los climas internos y el punto de vista sensible sobre sus personajes, usando esto para una reflexión de sumo interés respecto al derecho a la libertad y la búsqueda de felicidad de las personas mayores, escapando de lugares comunes y maniqueísmos.

 

País: Chile. Duración: 72 minutos. Dirección: Nicol Ruiz Benavides. Dirección artística: Melisa Nicitich. Producción: Catalina Fontecilla, Nicol Ruiz Benavides, Víctor Rojas. Guión: Nicol Ruiz Benavides. Música: Santiago Jara. Sonido: Isaac Moreno. Fotografía: Víctor Rojas. Montaje: Mayra Morán. Protagonistas: Rosa Ramírez, Romana Satt, Gabriela Arancibia, Claudia Devia, Raúl López, Cristóbal Ruiz, María Carrillo.