La favorita (1): Historias a ras de piso

El griego Yorgos Lanthimos se ha ido ganando espacios en el cine actual a punta de manipulaciones. Me es imposible cuestionar su cine porque si hay algo en su propuesta, es la profunda calidad autoral que nos ha ofrecido en sus obras más conocidas desde Kinodontas (2009), pasando por The Lobster (2015) y El sacrificio del ciervo sagrado (2017), obras en las que nos ha demostrado, con mayor o menor aceptación del público, que antes que todo su primer compromiso es con sus historias, independiente de la incomodidad que con eso pueda generar en sus espectadores. Lanthimos es un autor de todo o nada y, por lo mismo, su cine provoca esa reacción sus espectadores, que lo aman u odian a rabiar sin medias tintas.

Las esperanzas en su nueva película se encontraban en buena medida dadas por su elenco, conformado por las super estrellas Emma Stone, Rachel Weisz y Olivia Colman. La última probablemente aparecía como la más discreta en la tríada, sin embargo, en la práctica se roba todas las miradas como una de las protagonistas de La favorita, presentada y galardonada en festivales durante 2018 y recientemente nominada en varias categorías al Oscar de este año.

Lanthimos está interesado en el poder. Sus películas anteriores ya lo habían demostrado, con personajes en una constante tensión con las motivaciones de quienes los rodean. Eventualmente, Lanthimos ha logrado generar un tipo de cine que cuenta las historias que suceden aunque no las tomemos en cuenta, con metáforas dolorosamente reales sobre la soledad, los traumas infantiles o los deseos de venganza. En La favorita, nos centramos en la relación entre la Reina Anne y su amiga cercana, Lady Sarah, quien a la larga maneja las decisiones políticas del país mientras se ocupa de la salud deteriorada de la reina. La relación de ellas se desarrolla tanto a simple vista como en los recovecos y pasajes secretos del palacio que habitan. De esta forma, las decisiones que se toman son tan sorpresivas como las puertas que se abren en medio de los tapices o las pinturas colgadas. La amistad de Anne y Sarah tiene el componente de la admiración y una complicidad que se ve empañada con la llegada de Abigail, pariente lejana de Sarah, en busca de un empleo en el castillo. De a poco su encanto generará el interés de Anne, quien comienza a darle mayores favores a Abigail, dejando de lado a su primera favorita.

El director escapa de alguna forma de su primer registro conocido para entregarnos una historia centrada en los efectos del poder en las personas, alejándose de la manera gráfica en la que había explorado la descomposición de las relaciones humanas en sus anteriores películas. Las mujeres que conforman este trío exhiben situaciones de dependencia mutua donde cada una es motivo del ascenso de la otra, en una simbiosis donde alternadamente vemos la historia desde el punto de vista de Abigail, Sarah y Anne, sin caer en el recurso coral, colocando la cámara sobre cada una de ellas para entregarle el control de la historia.

la favorita

Aquí aparece el primer aspecto que quiebra la visualidad que antes conocimos en Lanthimos, con grandes planos cenitales sobre sus personajes, dejando en claro su vulnerabilidad frente a un orden superior que los manipula. En La favorita, la cámara permanece casi a ras de piso, porque tanto las tres mujeres que la protagonizan como sus acompañantes mantienen el poder en sus manos; uno que no tiene que ver con lo divino y lo trascendente, sino más bien con la temporalidad de lo humano, lo finito y lo abarcable. Ninguna de las protagonistas tiene “un dios que las ampare”, por lo que todas sus decisiones responden íntimamente a una ética propia e independiente que vamos observando exclusivamente a través de sus acciones.

En La favorita, los personajes y el narrador se la juegan por exhibir una dualidad entre lo que se exhibe (fastuosidad en la corte, al borde del ridículo) y lo que vemos entre las sombras (las relaciones amorosas de Anne, Sarah y Abigail). Las luces y sombras de las protagonistas son las que determinan los destinos de Inglaterra, nación que, sin embargo, parece estar muy lejos de su imaginario. No es casualidad que en algún momento, la Reina se sorprenda frente a la idea de seguir llevando a cabo batallas para ganar la guerra: la lectura que hace del poder se centra en las paredes de su castillo y las posibilidades que ella va observando sobre la corte en general, a quienes no parece diferenciar de su séquito de conejos, uno por cada hijo no nacido, que emergen como una muestra de fertilidad sin destino, asumiendo a la maternidad y los quehaceres de lo “femenino” como una plaga presente de la que no se pueden desentender.

Lanthimos nos hace presenciar sus horrores con mucha más sutileza que en otras entregas, pero no escatima en insistir en el descubrimiento de ellos. Los espectadores podemos dejarnos llevar por sus historias similares a los pasillos del castillo de la Reina, largos, intrincados y cerebrales. Yorgos Lanthimos continúa con una carrera autoral consistente que va madurando de a poco y que sólo puede dejarnos pidiendo más historias de su parte.

 

Nota comentarista: 9/10

Título original: The Favourite. Dirección: Yorgos Lanthimos. Guión: Deborah Davis, Tony McNamara. Fotografía: Robbie Ryan. Reparto: Olivia Colman, Emma Stone, Rachel Weisz, Nicholas Hoult, Joe Alwyn, James Smith, Mark Gatiss, Jenny Rainsford, Tim Ingall, Basil Eidenbenz, Timothy Innes,  Jack Veal, James Melville, Hannah Morley, John Locke. País: Reino Unido. Año: 2018. Duración: 121 min.