El insulto (1): Heridas en el Líbano

Con una energía narrativa encomiable Ziad Doureri traza una feroz metáfora sobre la difícil situación en Oriente Medio, cuando en el Líbano un aparentemente pequeño enfrentamiento entre dos hombres destapa prejuicios y viejas heridas entre cristianos y palestinos. El filme es un alegato pacifista, pero también una compleja reflexión sobre el aspecto irracional y a la vez pulsional de las heridas socio-históricas de un pueblo.

Mezclando el humor y el drama (al borde de la tragedia coral) El insulto utiliza a dos personajes bien definidos como herramienta fundamental para desencadenar una serie de situaciones que del humor negro de una anécdota inicial sobre-dimensionada (el insulto entre ambos personajes) pasa al conflicto social, sus raíces y sus meandros. Con una excelente interpretación de los protagonistas (destacando la fuerza que Adel Karam da a Toni, su orgulloso personaje frente al aparente estoicismo de su oponente), la película profundiza en las heridas abiertas por la guerra civil y los viejos enfrentamientos en el Líbano, presentándoles casi como una metáfora de la falta de diálogo y paz en un Oriente Medio sacudido por la violencia, la intolerancia, la desigualdad y la injusticia.

Desde el principio, con su ambientación realista y sus personajes creíbles, El insulto tiene como trasfondo la reconstrucción de algunos barrios del país y las vidas cotidianas y laborales de los personajes que pueblan esas calles, todavía sacudidas por el fantasma cercano de la invasión israelí. El ritmo imparable del filme, el efecto bola de nieve de la dialéctica y la violencia real o simbólica y la fuerza de los secundarios (como la mujer del protagonista o la joven abogada) dotan de sensibilidad dramática a un filme que parte del drama intimista y acaba en la reflexión sobre la guerra colectiva. Los personajes se erigen en símbolos pero no pierden su contradictoria y, en ocasiones, frágil o grotesca humanidad con lo que el drama social no sofoca del todo el tono de comedia de costumbres e ideas con el que arranca el filme que se va convirtiendo en una suerte de alegato pacifista que transcurre, en su mayor parte, durante un largo, tenso y espinoso juicio lleno de efectos dramáticos y giros inesperados.

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Mostrando con realismo los efectos y la toma de conciencia de la población del peligro sionista, el filme se centra en el enfrentamiento entre cristianos y palestinos en un país donde los primeros constituyen una mayoría más poderosa, aunque no siempre se hayan visto favorecidos por la historia. Doureri evita posicionarse con una claridad meridiana para que el espectador llegue a comprender toda la complejidad de un conflicto donde la parte débil (constituida por los palestinos, muchos todavía en situación ilegal) también es vista como un todo uniforme. Al final, parece que la reconciliación entre dos hombres es más fácil que entre diferentes países.

La inteligencia con la que el director encuadra a sus principales personajes, la agudeza de algunos discursos que llevan a la reflexión, la solidez de todos los intérpretes (principales y secundarios), unidos a la fusión del paisaje humano y el paisaje urbano, hacen de El insulto una de las fábulas más originales e incisivas sobre el conflicto de Oriente Medio, en general, y la situación de un país desgarrado y en permanente reconstrucción, como el Líbano, en particular.

 

Nota: 7/10

Título original: Qadiyya raqm 23/ L'insulte. Dirección: Ziad Doueiri. Guión: Ziad Doueiri, Joelle Touma. Fotografía: Tommaso Fiorilli. Reparto: Adel Karam, Kamel El Basha, Christine Choueiri, Camille Salameh, Rita Hayek, Talal Jurdi, Diamand Bou Abboud, Rifaat Torbey, Carlos Chahine, Julia Kassar. País: Líbano. Año: 2017. Duración: 110 min.