Entre la razón y la locura: Palabras más, palabras menos

Hacia fines del siglo XIX, el Imperio Británico no basa su hegemonía mundial exclusivamente en el dominio territorial, económico y militar. En una concepción moderna de la sociedad, las potencias que buscan racionalizar el mundo y acabar de dibujar los límites del mapa bajo sus términos tienen en el lenguaje una eficaz herramienta. En este contexto, para la Oxford University Press se vuelve urgente acopiar de manera definitiva el idioma inglés mediante un diccionario que le diera cabida y sustento histórico a todas, sí, todas sus palabras. La tarea es monumental, casi inimaginable. Entonces James Murray, un filólogo autodidacta y de origen escocés, propone la dinámica que ofrecerá la solución: pedirles a los lectores que aporten al compendio, que el pueblo participe de la confección de su propio diccionario, enviando a Oxford cartas con palabras, sus definiciones y referencias. Ese es el nudo central de la película Entre la razón y la locura, basada en hechos reales y primer largometraje del iraní-estadounidense Farhad Safinia.

La película está protagonizada por Mel Gibson en el papel del profesor Murray, quien vendría a representar la razón a la que alude el título. La locura, por su parte, la aporta el doctor William Minor (interpretado por Sean Penn), un cirujano del Ejército de la Unión durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos que huye a Inglaterra creyéndose perseguido por antiguos enemigos. En una noche oscura de Londres, en su paranoia cree ver a uno acechándole y le da muerte con su arma de servicio. Resultaba que el sujeto era un simple hombre, llamado George Merrett. Las autoridades lo encuentran culpable pero lo asignan a una prisión psiquiátrica, considerándole un loco. En su encierro, el doctor continúa perseguido por sus fantasmas, aunque comienza a dar señales de mejoría cuando se entera de la tarea que Murray a dispuesto a todos los angloparlantes y amantes de su lengua. Siendo un bibliófilo también, Minor destina sus horas de confinamiento y su mente obsesiva en apoyar la noble causa, en nombre de Su Majestad y la gloria del lenguaje. Justo en un momento en que el diccionario marchaba tan lento como una carreta atascada en el barro, empantanado en definir históricamente la palabra aprobación, las masivas contribuciones de Minor le dan un nuevo aire a la empresa de Murray, que debe lidiar a diario con las presiones de los publicistas a cargo de la Press, quienes buscan rédito inmediato para su lingüística inversión.

La trama se urde en un relato paralelo entre los dos personajes, las complicaciones de la empresa y cómo afectan la vida privada de Murray, y el encierro de Minor, el que se ve aplacado por las cada vez más constantes visitas de Eliza (Natalie Dormer), la viuda de Merrett, quien inicialmente rechaza la ayuda económica que el cirujano le ofrece a modo reparatorio, pero que luego de conocerlo ve más allá de sus manías y comienza a entablar una relación con él. Así, la progresión dramática va dando cuenta de las dificultades que ambos deben sortear en el desarrollo de su incipiente amistad. Se trata de una película que reconstruye una tarea significativa mediante una historia interesante y probablemente poco conocida. No obstante, la ejecución deja entrever ciertos ripios, los que lastiman la integridad de la propuesta.

entre la razon y la

La talla de los actores principales asegura cierto nivel de calidad interpretativa, y si bien tanto Gibson como Penn logran cuajar roles interesantes, estos no logran empoderarse de manera completamente satisfactoria. Tal vez atribuible a la novel experiencia de un director debutante, pareciera que los personajes se escaparan un poco de su control. Particularmente el caso de Penn, a quien con anterioridad hemos visto en papeles que representan complejidades similares, pero que en esta oportunidad sus delirios bordean la sobreactuación y la estridencia injustificada.

Por otra parte, el manejo del tiempo es otro elemento que no termina de cerrar en el filme. Tanto la magnitud de la empresa intelectual que encabeza Murray como las condiciones de encarcelamiento que sostiene Minor inducen a pensar que sus desarrollos abarcan grandes cantidades de tiempo. Si consideramos que el verdadero Murray estuvo trabajando en el diccionario por décadas, la síntesis que en este caso ejecuta la traducción cinematográfica no es del todo coherente. Evidentemente, la elipsis es una herramienta útil en este tipo de casos, pero nunca entendemos del todo cuánto tiempo transcurre en la diégesis, y los cuerpos de los protagonistas no entregan pistas claras al respecto. En este sentido, se podría haber jugado con la pesadez del tiempo, en tanto discurso que argumentara cómo los personajes viven prisioneros -literal o metafóricamente- de sus circunstancias, pero si algo así fue parte de la búsqueda que emprendieron nunca termina de comprenderse.

Hay un ánimo de entender a ambos personajes como unos desadaptados, cada uno de sus respectivos ambientes, pero sus líneas son a ratos tan distantes que alcanzan a parecer películas independientes, y los nudos que las atan, no del todo bien resueltos. La pregunta fundamental recae en la necesidad de este paralelismo y si no era suficiente solo con uno. Ambas líneas combaten por el tiempo en pantalla, haciendo que los acontecimientos no siempre superen la categoría de la anécdota. La obra pone en relevancia instituciones cuyo fundamento racional es restrictivo y segregador. Tanto el diccionario como el manicomio son aparatos de control, que separan lo verdadero de lo falso, lo correcto de lo errado, lo aceptado de lo indeseable. Que un maniático aporte de manera significativa a un esfuerzo intelectual de estas características no deja de ser atractivo. Entre la razón y la locura intenta posarse críticamente sobre estos elementos, pero su discurso no alcanza a tomar la fuerza necesaria como para asirlos de manera totalmente consistente.

 

Nota del comentarista: 6/10

Título original: The Professor and the Madman. Dirección: Farhad Safinia.
Guion: Todd Komarnicki, P.B. Shemran (inspirado en la novela de Simon Wincester, The Surgeon of Crowthorne). Fotografía: Kasper Tuxen. Reparto: Mel Gibson, Sean Penn, Natalie Dormer, Ioan Gruffudd, Jeremy Irvine, Brendan Patricks, Adam Fergus, Kieran O'Reilly, Bryan Quinn, David Crowley, Olivia McKevitt, Steve Coogan, Malcolm Freeman, Robert McCormack, Abigail Coburn, Stephen Dillane. País: Estados Unidos. Año: 2019. Duración: 124 min.